Nos llamaban “el ejército de maricones” cuando salíamos a recorrer Illapel. Capítulo 3: La primera vez que nos nombramos.
“Cuando una sabe el ridículo que significa caminar por las calles, cuando sabemos el chiste que implica tomar un micrófono y la burla en que consiste no dejarnos someter… una ya no teme a que el mundo se mofe de nuestra biografía, menos de nuestro continuo deseo de seguir viviendo”.